Enfrentando los retos actuales con la disrupción de la analítica del sistema financiero

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El mercado de crédito ha enfrentado dos retos claves en su operación, apalancar la evaluación y definición de estrategias de gestión únicamente con el comportamiento pasado de las personas y el segundo que todos los sectores se enfocan en atender a la misma población. Ante las situaciones macroeconómicas y las asimetrías de información actuales estos retos toman mayor relevancia, afectando directamente los indicadores de desempeño de las diferentes áreas y entidades financieras en general.

Para enfrentar de la mejor forma posible las situaciones mencionadas, Mareigua implementó en 2023 su Score de Desempleo, el cual es un modelo predictivo de estadística avanzada que mide la probabilidad de que una persona no cuente con sus fuentes de ingreso en los siguientes seis meses, siendo un claro indicativo de la solvencia y capacidad de pago futura de las personas. Igualmente, es un modelo que permite a la industria analizar y conocer nuevos segmentos de la población que no se han explorado, como la población sin historial crediticio, pues su calificación no depende de pertenecer al mismo segmento tradicional de personas que han tenido una obligación crediticia. Por lo tanto, el modelo permite generar inclusión financiera para colocación de crédito.

Durante 2023 varios bancos probaron e implementaron dicho modelo y encontraron valor agregado en los procesos de originación aumentando tasa de aprobación en 51% con una reducción de perdidas de crédito esperadas en 14%, en mantenimiento mejoraron la tasa de retención de clientes en 19% y en cobranzas reduciendo 23% el rodamiento en moras superiores a 90 días.

Diferentes análisis y estudios, como el de Ronan Burke demuestran “(...) la necesidad de más datos para comprender la solvencia crediticia de un solicitante nunca ha sido tan grande, ya que se ha demostrado una y otra vez que los puntajes crediticios por sí solos son una evaluación poco confiable de la salud financiera”[1] siendo vital que las entidades financieras incluyan el conocimiento de la capacidad de pago actual y futura dentro del ciclo de crédito, por el valor que les genera.